71. Domingo de Ramos — 24.03.2013
Mi hija. Gracias por venir. Ya te esperábamos. Mi hija. La gente en el mundo está auto engañándose, porque no quiere escucharnos. Ellos (la gente) no creen en Mi Hijo, y eso nos duele. Muchos cristianos no confían en Él, no obstante, es lindo ver que vienen a Su Iglesia al menos en estos días sagrados.
Su fe es como si estuviese tapado por un manto: por un lado, creen en la santificación, en la bendición, por otro lado, no saben que mucho más que eso pertenece al ser un buen cristianismo. Es una lástima e incomprensible que piensen que estuviesen protegidos por la mera existencia de sus ramas (de palmeras).
Mis queridos hijos. Siempre deben venir a Nosotros, visitar las Santas Misas y recibir el Santo Sacrificio de la Misa. Solo así se quedan conectados con Jesús, Mi Hijo, a lo más profundo de su ser. ¿Cómo debería poder una sola rama protegerlos del maligno? ¿Cómo se salvan de la confusión y la herejía? El don de la claridad se les otorga cuando se dirigen a Mi Hijo y su Espíritu Santo. Tienen que practicar para eso.
Mis hijos. Si no vienen a Jesús, si no le hablan serán el blanco del poder maligno porque solo escucharán lo que la gente dice y no la palabra de Mi Hijo. Además, no sentirán Su cercanía, porque están totalmente atados a lo humano. ¡Despiértense y conviértanse! ¡Corran hacia Jesús, Mi Hijo! Solo Él los guiará a través del «desbarajuste» del tiempo de hoy.
Mis hijos. Los amo. Crean en Mi Hijo y oren el uno por el otro. ¡Entonces todo estará bien para ustedes y entonces experimentarán el día de gran alegría como tal! Vengan, Mis queridos hijos, Yo, su Madre en el Cielo, los llevo a Mi Santo Hijo, y juntos entraremos al Nuevo Paraíso. Vengan, Mis queridos hijos. Vengan todos, así ninguno de ustedes se perderá.
Dios Padre y Jesús los están esperando. Su querida Madre en el Cielo.