142. Tanta agitación domina su mundo, descansen con y en Nosotros — 17.05.2013
Mi hija. Mi querida hija. Tanta agitación domina su mundo, desconfianza y estrés. Constantemente están apurados o, de lo contrario, se están aburriendo. No logran estar en paz y eso no es saludable.
Paz en el corazón y paz en el ser son dos aspectos importantes para garantizar una existencia placentera y reparadora. Quien no la tiene, quien no tiene esta paz – y es difícil tenerla en su tiempo actual que está lleno de cada vez más inquietud y confusión – él es fácil de irritar, se pone «angustiado» por la falta de tiempo, por el «aún tengo que hacer rápidamente tal cosa» y el «no puedo hacerlo» o «¿cómo puedo lograr hacer todo esto?» y «¿en qué parte podría poner esto (en mi calendario)?». Además, esta persona es fácil que se aburra y constantemente tiene que hacer algo para no aburrirse.
En ambos casos, en el caso del estrés como el del aburrimiento falta la paz interior. Aléjense del estrés mundano y busquen sus puntos de descanso. Estos pueden ser lugares, lo puede ser su sofá, incluso puede ser conduciendo el automóvil, pero deben llegar a estar en paz.
Llegarán a estar en paz cuando entregan todo a Nosotros, el cielo, cuando se liberan de su vida cotidiana y cuando recen una y otra vez a Nosotros. Piensen en Nosotros. Recen una oración. Invítennos a su vida. Pídannos ayuda. Hablen con Nosotros. Descansen con y en Nosotros.
Quien se encuentra con Nosotros, encuentra la paz. Y cuando llega el estrés, esa persona volverá a estar en paz, porque Nos tiene a Nosotros. Confíen en Nosotros. Hablen con Nosotros. Vivan con Nosotros. Entonces, vengan a Nosotros y denle a Jesús su SÍ. Incluso si la vida cotidiana los supera con toda la inquietud, el apuro de tiempo o el aburrimiento, dejarán con Nosotros todo eso afuera y alcanzarán la paz interna. Suceda lo que suceda a su alrededor. Quien vive con Nosotros, «ya nada le puede tumbar».
Crean y confíen. Lo sentirán en sí mismos.
Que así sea.
Su Madre en el Cielo quien los ama.
Madre de todos los hijos de Dios.
¡Vengan, queridos hijos, vengan!