167. Nunca las gracias que Dios Padre envió a la tierra han sido más grandes y poderosas que ahora — 09.06.2013
Mi hija. Mi querida hija. Hoy es un día glorioso porque el Espíritu de Dios está entre ustedes, Mis amados hijos.
Mi hija. Mi querida hija. Me alegro de que estés de vuelta aquí, con Nosotros, en este maravilloso, glorioso y sagrado lugar que le dimos a la humanidad para aumentar la fe y las conversiones, y para darles a ustedes, Nuestros amados hijos, fortaleza y descanso para soportar la vida cotidiana.
Mi hija. Es hora de que todos los hijos de Dios vuelvan a encontrarnos. Deben orar por todos los hijos de esta tierra para que encuentren el camino correcto del amor verdadero, y para que el deseo en sus corazones, el anhelo de encontrarse con Dios Padre crezca cada vez más, para que den el paso de la conversión y den a Jesús su SÍ.
Sin un SÍ para Mi Hijo el alma lo pasará mal. Experimentará mucho sufrimiento, peor sufrimiento de lo que pueden imaginarse aquí en su tierra. Oren por todos los hijos de Dios para que comiencen la conversión y sigan el camino del amor que los lleva a Dios Padre.
Ámense los unos a los otros como Jesús los ama y ayúdense mutuamente en la necesidad y el sufrimiento, pero también en el amor y la alegría. Quien se ayuda mutuamente, quien hace el bien por su prójimo, quien se pone a sí mismo atrás y se preocupa por el bienestar de los demás, cosechará los frutos del cielo, pero tienen que darle su SÍ a Mi Hijo, porque solo entonces se abrirán las puertas del cielo también para ustedes, solo entonces serán llevado cuando en el Día de la Gran Alegría venga Mi Hijo a ustedes y se abran las puertas de la Nueva Jerusalén.
Mis hijos. Confíen en Nuestra palabra. El fin está más cerca de lo que creen. Prepárense y vengan a Nosotros. Las puertas celestiales están abiertas ahora y nos apresuraremos de correr hacia ustedes cuando nos llamen. ¡Crean y confíen! Yo, su Madre en el Cielo, unida con los Santos y los Ángeles, estamos listos para defenderlos y ayudarles.
Para que cada uno pueda encontrar a Mi Hijo y darle Su SÍ, aún se necesita mucha oración. Por eso oren, hijos Míos, y pidan Nuestra ayuda. Nunca las gracias que Dios Padre envió a la tierra han sido más grandes y poderosas que ahora.
Así que, oren por todos los hijos de Dios, para que ninguno se pierda y en el Día de Gran Alegría cada uno pueda llegar junto con Mi Hijo al Nuevo Paraíso, Su Reino.
Que así sea.
Su Madre en el Cielo quien los ama.