249. Quien haya leído el libro de Mi Santo Padre podrá ahora interpretar los signos de los tiempos con cada vez mayor claridad — 30./31.08.2013
Mi hija. Siéntate conmigo y escribe. El tiempo apremia. Sus días en este mundo conocido por ustedes están llegando a su fin y la mayoría de la humanidad no se da cuenta de aquello porque están cerrados, ocupados con ellos mismos y tan lejos del Padre, el creador de ellos mismos y de todo el ser, que se hundirán y se «despertarán» demasiado tarde, es decir cuando la succión del lago de fuego [ya] los estará atrayendo, arrastrando y queriendo llevarlos a las profundidades del abismo del cual no habrá escapatoria ni rescate.
Su oración, Mis queridos hijos, mitiga muchas cosas, y muchos de Nuestros «ovejitas durmientes» se salvarán por la entrega de ustedes a Nosotros. Sin embargo, esto no se aplica a todos los hijos de Dios, ¡porque no todos tienen una persona quien lo ama y a quien le de importancia su salvación, no todos se salvarán de la pura misericordia y los sufrimientos de los demás, si no también ellos mismos contribuyen también algo!
Deben convertirse porque Mi Hijo sólo puede llevarse con ÉL a los que LE han dado su SÍ. Quien no siga a Mi Hijo, no LE dé su SÍ y no LO reconozca, ¡no podrá entrar en el Nuevo Reino porque es el Reino de Mi Hijo y es ÉL quien lo gobernará!
¡El que no se aleja por su propia voluntad del mal del pecado y del maligno mismo no podrá entrar en este maravilloso Nuevo Mundo! Sólo al que es puro de corazón se le abrirá la puerta, pero para quien es impuro, corrupto y malo permanecerá cerrado.
Mi Santo Hijo es la llave a esta maravillosa gloria, y sólo aquellos que Lo aman son dignos de entrar allí. Nada les servirá de decir: «Oh, voy a dejar que los demás recen, seguro que ellos rezarán también por mí». ¡NO! ¡Ustedes tienes que cambiar! ¡Ustedes tienen que arrepentirse! Ustedes tienen que llegar a ser buenos y puros de corazón y alma.
Sus acciones deben ser ejemplares, o Jesús no los podrá liberar. ¡El diablo no deja a salir a nadie de sus garras voluntariamente, es decir, ustedes tienen que cambiar y rechazarlo! ¡Quien no renuncie a él, al maligno, siempre será su esclavo! ¡Sean conscientes de ello o no! ¡Así es como será! ¡Así que dense la vuelta y denle su SÍ a Jesús de buenas ganas y con alegría! Porque si Le dicen SÍ a Jesús, si Le siguen, confían en Él, entonces el diablo pierde su poder sobre ustedes.
¡Nunca olviden que Mi Hijo ganará! Sólo se le ha concedido un corto tiempo al diablo para jugar sus trucos aquí en la tierra. ¡Así que aléjense de él, de sus trampas, de sus pecados, de sus seducciones y de todas las «cosas vacías» que dominan su mundo y su vida, y vuélvanse a Jesús, su Salvador! ¡Sólo con ÉL encontrarán al Padre! ¡Sólo con ÉL alcanzarán la vida eterna! ¡Sólo con ÉL podrán recibir la herencia prometida! Entonces, ¿qué están esperando?
¡El tiempo apremia! ¡Cuando el día de gran alegría haya llegado, tendrán que haberle dado su SÍ a Jesús, y para poder experimentar el estar en unión con Él como felicidad perfecta, tendrán que haberle dado su SÍ!
Están obstruyendo su camino hacia la gloria perseverando en el pecado, la tibieza y la aberración sin querer cambiar nada en ustedes mismos y en su vida. ¡Ustedes tienes que cambiar y acercarse a Jesús porque Él siempre está ahí para ustedes! Él está con ustedes, habita en ustedes, pero no LO ven, no LO oyen, no LO sienten.
¡Qué triste es Mi Hijo que se hayan alejado tanto de ÉL! Qué triste es Dios, Padre de todos Nosotros, que Sus hijos Lo hayan abandonado. ¡Ahora tienen la oportunidad de reencontrarse con ÉL, con el único y verdadero Dios Trino, así que ahora pídanle al Espíritu Santo que los inspire, que Jesús los guíe, y agradezcan y honren y muestrenle respeto a su Dios! ¡Ámenlo! ¡Hónrenlo! ¡Vivan con ÉL!
¡Entonces, Mis tan amados hijos, su alma volverá a ser libre, su corazón se regocijará con alegría y serán hijos de Dios maravillosamente felices, liberados de las garras del demonio y acunados en los brazos de su Padre! Serán testigos del Nuevo Reino, porque todos ustedes son hijos del fin de los tiempos. Quien haya leído el libro de Mi Santo Padre podrá ahora interpretar los signos de los tiempos con cada vez mayor claridad.
Así que vengan al Padre, al Espíritu Santo y a Mí, porque entonces serán hijos del Nuevo Reino.
Que así sea.
Su Madre en el Cielo quien los ama y su Jesús Quien tanto los ama. Amén.