483. ¡Ustedes son los forjadores de su eternidad! — 18.03.2014
Mi hija. Mi querida hija. Ofrece TODO como sacrificio, Mi hija.
Te amo tanto, Mi hija. Ten fe. Todo vendrá como Nosotros (Yo-Jesús, Mi Santa Madre, tus/sus santos y ángeles, así como el Padre Todopoderoso) te lo decimos aquí en estos mensajes.
Mi hija. Acepta todo sufrimiento y no te aflijas. Tu sufrimiento es muy necesario. Pídeme a Mí y a tus santos que lo soporten junto contigo y no te desesperes, Mi hija, porque tú eres Nuestra alma elegida y por eso tienes que (so)portar tanto.
Mi niña, Mi hija, por favor dile lo siguiente a Nuestros hijos hoy: Su vida pasará y nada de ustedes quedará si no se convierten y profesan su fe en Mí, su Jesús.
Perderán sus tesoros terrenales porque no podrán llevárselos con ustedes, y también tendrán que renunciar a su herencia prometida porque no han profesado su fe en Mi.
Mis hijos. Vengan a Mí, a su Jesús. ¡Yo los prepararé para el Nuevo Reino! Pero si Me rechazan y persiguen los bienes terrenales, si no profesen su fe en Mí, quien soy el Salvador de todos ustedes, entonces nada quedará de ustedes, pues irán al pozo del infierno. A más tardar entonces reconocerán las promesas de Mi adversario como mentiras, pero será demasiado tarde para darse vuelta porque el diablo ya los ha capturado a través de sus demonios que los empujarán al lago de fuego. No habrá regreso para ustedes y su tormento será grande.
Mis hijos. Ustedes son los forjadores de su eternidad, así que sean buenos de corazón y profesen su fe en Mi. Sean puros y humildes, pacíficos y llenos de amor, ¡sólo así llegarán a ser felices hijos del Señor!
Pero quien atesora oro y dinero, joyas y otras piedras preciosas, quien vive en el lujo y el placer, quien se preocupa sólo de sus propias necesidades y pasa por alto a los demás, para él las puertas del cielo permanecerán cerradas. Su tacañería (no comparte con los pobres), su avaricia (todo para mí y aún más), su orgullo y sed de reconocimiento (véanme y admirenme), así como otros muchos pecados, le apartan de Dios, su Señor y Creador, y le empujan cada vez más a los brazos del demonio. Lo alejan de la santidad, y quien no se esfuerce por alcanzarla no será digno de comparecer ante Dios. Esto no significa que ahora deben ser todos santos para que se les permitirá ver a Dios Padre, pero sí deben orientar sus vidas hacia Su voluntad y alejarse del pecado.
Mis hijos. Vengan a Mí, a su Jesús, y Yo los haré dignos de venir ante Mi Padre. Que así sea. Los amo,
Su Jesús. Amén.
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«Prepárense para venir ante el Padre. Jesús los ayudará. Así que vengan a ÉL y háganse
dignos, para que las puertas celestiales se abran para su alma.
Amén.
Un ángel del Señor.»
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«¡Prepárense para Mí, porque estoy anhelando verlos mucho!
Su Padre en el Cielo. Amén.»
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Gracias, Mi hija. Divulga esto. Amén.