1400-22. Parte 2, Mensaje de Juan, el 20.03.2023 en un Lugar Santo
El 20.03.2023 en un Lugar Santo
Mensaje de Juan
Mi hija. Yo, tu Juan, estoy aquí, he venido para que Mi Libr(it)o siga siendo escrito por ti, Mi hija, por ti. El Padre te ha elegido, por eso Yo, tu Juan, te lo confiaré todo.
Mi hija. El ángel Me mostró escenarios malos y terribles, pero no dejaba de repetirme que los hijos del final de los tiempos deben rezar mucho para que lo peor se contenga. Me dijo: Juan, Mi hijo, escribe lo que yo, el Ángel del Padre, te voy a explicar ahora:
Los hijos del fin de los tiempos tendrán mucho que sufrir. Todo esto se ha producido y ha sido posible debido a la gran apostasía de los hombres durante un período de tiempo muy largo.
Ya has visto mucha aberración y lo que los hijos se hicieron a sí mismos, has visto su vacío (interior), y has visto cómo lo llenaron no con el Señor sino con cosas transitorias. Has visto muchas desviaciones, asesinatos de vidas inocentes y muchas cosas más, que no quiero repetir ahora aquí, pero también has visto que aún había hijos orantes, hijos fieles de Jesús, y has visto lo poderosa y cambiante que era la oración y su súplica y cómo Dios, Nuestro Señor, velaba por ellos y no los dejaba solos. Has visto que ninguno de estos hijos se perdió, pues todos fueron elevados o bien al mismo Dios, es decir, al Reino de los Cielos, o bien a su Nuevo Reino.
La gran apostasía y la autoglorificación (egoísmo) de los hijos del final de los tiempos hicieron posible que el diablo ganara más y más poder sobre ellos mismos y sobre la tierra, el mundo en el que vivían. Se hizo más y más influyente y colocó a sus secuaces en todas las posiciones influyentes. De esta manera se aseguró de que ganaba y finalmente tenía el control sobre todo y sobre todos.
Sus secuaces eran bien recompensados, pues quien le servía fue pagado y recibió regalos generosamente. Su [del secuaz] reputación crecía con cada nueva vileza. Así, cada vez más de sus sirvientes se catapultaron a una situación incómoda y quedaron muy enredados y ya no podrían, si hubieran querido, salir de esas garras satánicas.
Entre ellos, los secuaces, también había muchísimo sufrimiento, sólo que ellos se lo habían buscado, porque seguían el juego. Sin embargo, ya no se les permitía salir. Muchos que lo deseaban, sufrieron repentinos e inesperados paros cardíacos, todo tipo de accidentes mortales o murieron de «enfermedades». Detrás de todo esto, sin embargo, estaba el príncipe de las tinieblas, pues había colocado a sus «atormentadores de hombres» en todos los ámbitos de su orden mundial.
Finalmente se ingresó a la Santa Iglesia, la Iglesia de Jesús. Esto también ya había ocurrido antes del tiempo del fin de los tiempos. Hábil y astutamente, no sólo esconde allí a sus «atormentadores de hombres», sino que así también tiene el cetro en su mano sobre los hijos que aman a Jesús. Paso a paso cambia «cosas» que no deberían haber sido cambiadas. La Palabra, las celebraciones de la misa, oraciones omitidas…. es una lista cada vez más larga, y el gran engaño y el mayor montaje puede tener éxito aquí a través de este movimiento tan fabulosamente satánico suyo (del diablo): extraviar a los hijos del verdadero Señor, Jesucristo, para que TODOS perezcan y no encuentren su camino a la eternidad del Señor. Ahora Dios Padre me explica: y es aquí, Mi hija, donde los hijos de la tierra (ustedes) se encuentran ahora mismo (hoy en día). Por lo tanto, hijo Mío, no debes publicar el libro que te estoy mostrando y explicando antes del final de los tiempos. Si esto se hiciera en un tiempo anterior, ¡los hijos del final de los tiempos no sabrían que son hijos del final de los tiempos!
Esto es lo que el Santo Ángel Me dijo, Mi hija. Yo ya no entendía el mundo.
Estaba convencido de que con el gran acto de amor de nuestro Señor Jesucristo el mundo se convertiría en un mundo mejor, y ahora el Santo Ángel Me mostraba todo esto y Me lo explicaba. Cuándo, Me pregunté, sería ese momento, y cómo, Me pregunté, podría entonces darlo a conocer. Pero el ángel Me dijo palabras tranquilizadoras, y así guardé todo en Mi corazón.
Todavía no sabía lo que el ángel Me pediría al final de la realización del librito.
Mi hija. Cuenta todo esto a los hijos de la tierra, pues ha llegado el momento del que habló el Santo Ángel.
Yo, tu Juan, te lo pido y Yo, tu Juan, volveré para seguir instruyéndote. Mantente fuerte.
Tu Juan. Apóstol y «favorito» de Jesús. Amén.
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