148. ¡Que sus hijos sean niños otra vez! Dios Padre mira con tristeza como ustedes destruyen a sus hijos — 22.05.2013
Mi hija. Mi querida hija. Buenos días. Es agradable ver con cuánta alegría los niños fueron al colegio hoy. Una alegría que sienten demasiadas pocas veces, porque debido a los tiempos fatales en los colegios catalanes y en demasiados otros colegios, hoy en día los niños apenas pueden ser niños, porque su día está planeado de la mañana hasta la tarde sin tiempo libre, en que antes los padres estaban juntos con sus hijos y se daban alegría mutuamente.
Hoy ya nadie tiene tiempo. Ustedes se pierden en el trabajo, persiguen entretenciones, están «luchando» por un poco de «libertad», porque todo el apuro de tiempo, el planificar de sí mismos y a sus hijos, el estar separados el uno del otro y el estrés que experimentan y viven diariamente, los están haciendo sentir insatisfechos e inquietos.
Entonces, al poco tiempo que les queda con su familia están además «restando» tiempo para tenerlo libre solo para ustedes, y sus hijos aprenden desde el principio de su existencia que nadie se preocupa por su prójimo, sino que cada uno siempre solo lucha por sí mismo para que sus intenciones no se descuiden. Así es como crían pequeñas criaturas irrespetuosas que en lugar de estar llenas de alegría son «empujadas» al lado una y otra vez, porque ustedes necesitan todo el tiempo para ustedes mismos, no obstante, sus hijos necesitan precisamente este tiempo CON ustedes.
Lo que Yo, su Madre en el Cielo, dije se aplica a la mayoría de las familias de hoy, porque su tiempo actual se ha dirigido contra la familia y solo permite el estar juntos de manera restringida.
Tienen que volver a tener tiempo para sus hijos. Es importante que la mamá y el papá siempre los amen, siempre quieran estar con ellos y que pasen mucho tiempo con ellos. Incluso si tienen solo poco tiempo libre, compartan este tiempo con sus hijos. No los dejen en el colegio todo el día. A ningún niño hace bien eso. Tampoco a ustedes les hace bien estar separados de sus hijos todo el día.
¿Qué les sirve un poco más de dinero si sus hijos no se sienten bien? ¿Por qué siempre quieren más, aunque pueden vivir con mucho menos? «Quiero ofrecer una buena vida para mí y para mis hijos», se dice a menudo. Sin embargo, sus hijos quieren amor, seguridad, unión con sus padres. No es necesario que les ofrezcan magnificencias materiales, sino que respondan a sus necesidades internas.
Quien educa a su hijo desde “afuera”, no debe asombrarse por qué es «rebelde» y «difícil». Un niño necesita a sus padres. Tiene que pasar tiempo con ellos. Tiene que ser amado. Tiene que poder jugar.
Aquí y en muchas otras regiones los niños pasan su infancia en guarderías, escuelas y otras instalaciones. Tienen que ser callados y atentos en lugar de jugar y dejar que su creatividad se desarrolle. Tienen que «funcionar», y así los están educando de manera muy poco saludable.
Cambien los horarios escolares y vuelvan a pasar más tiempo con sus hijos. Denles las riquezas de Dios: amor, alegría, felicidad, seguridad, comprensión. Son criaturas pequeñas y delicadas que los están educando a funcionar como máquinas – y de esta forma destruyen sus pequeñas almas inocentes.
¡Que sus hijos sean niños otra vez! Dios Padre mira con tristeza como ustedes destruyen a sus hijos. Cambien su rutina diaria por ellos. Modifiquen todo para que ellos, los niños que son el futuro de ustedes, vuelvan a tener tiempo para sí mismos, para sus necesidades y eliminen los colegios que duran todo el día.
Si son una familia que confía en Dios, educarán a sus hijos en casa, en la confianza de Dios, con la ayuda del cielo y no los dan en custodia todo el día.
El que vive con Dios, vive de acuerdo con SUS mandamientos: ahí está el hombre, el padre de los hijos que cuida a la familia: con su trabajo crea una base para el hogar, los alimentos y otros bienes que necesitan para vivir. Su esposa, la madre de los hijos, se preocupa de que el hogar sea un lugar hermoso para todos, ella está con los niños, los lleva consigo cuando hace compras, les enseña lo que hay que hacer en casa y pasa tiempo con los niños. Ella es el punto focal de los hijos, porque ella es en los primeros años de la infancia la persona que más necesita el niño. Luego, cuando el niño crezca, es hora de estudiar en el colegio. Entonces, es nuevamente la madre quien los recoge para el almuerzo y quien cuida al niño hasta la noche cuando llega el padre.
¡Deben sanar a sus familias! ¡Deben adaptar sus escuelas a las necesidades de los niños! ¡Deben estar ahí para sus hijos! Y deben volver a aprender que lo que es lo esencial en la vida. Están aquí en su tierra para prepararse para la eternidad. Como no pueden hacer eso solo, es tan importante que encuentren a Mi Hijo. ¡Comiencen y vengan a Jesús! ¡Regresen y vivan el amor! Para el que viva con Nosotros, será cada vez más fácil volver a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. El que viva con Nosotros sanará a su familia. El que viva con Nosotros será feliz, y el que viva con Nosotros le será regalada una eternidad en paz.
Que así sea.
Su Madre en el Cielo quien los ama. Madre de todos los hijos de Dios.
Gracias, Mi hija.
«Oren, hijos Míos, oren. Los horarios escolares deben ser cambiados. Adáptenlos a sus hijos y llévenlos [los hijos] a casa a partir del mediodía. Oren, hijos Míos, oren. Solo entonces sus hijos vuelven a ser felices, solo entonces pueden ser como son. No los sobrecarguen y ámenlos. Oren, hijos Míos, oren».
La comunión de los santos bajo la guía de San Antoni Maria Claret.