162. La humildad es el camino hacia el Reino de los Cielos — 04.06.2013
Mi hija. Mi querida hija. Yo, Tu Madre en el Cielo, Me gustaría decirte a ti y a todos Nuestros hijos hoy lo siguiente:
No juzguen, porque solo Dios puede hacer eso. Sean buenos el uno con el otro y no parloteen sobre los demás. Ustedes son todos diferentes, sin embargo, ustedes son todos iguales: en relación con su proveniencia, sus deseos del alma, su herencia y en relación con todo lo relacionado con Dios Padre.
No es posible separar al hombre de Dios Padre. El intentarlo ya es una locura. El hombre viene de Dios. Cada niño nacido es un regalo de Dios para sus padres y toda la familia. Esto ya comienza con la concepción del bebé en el útero. Si ahora quieren alejarse de Dios Padre, tratando de vivir de manera independiente y sin Él, entonces eso solo puede salir mal.
La separación de Dios Padre no es posible porque es Él quien les da la vida, y es Él quien los mantiene vivo. Sin la llama divina en su corazón, en su alma no serían capaz de vivir, y esa llama nunca se apaga. ¡Estén conscientes de eso! ¡Es ella [la llama] que a través del amor todopoderoso de Dios los mantiene vivos!
Pueden negar a Dios, pueden consagrarse al diablo, pero ¿qué logran con eso? Su propia condenación atormentadora, apestosa y profundamente deprimente, de la que no hay escapatoria para ustedes, porque quien una vez se haya acercado al diablo y no de vuelta a tiempo – un proceso muy difícil, porque a quien el diablo haya atrapado, no le deja escapar tan fácil – si entonces los haya arrastrado al infierno, habrán perdido para siempre la vida eterna en el Reino de Dios.
Así que despierten, Mis hijos tan amados por Mí, ¡y encuentren el camino hacia Dios! Visiten sus Santas Misas y reciban la Sagrada Eucaristía, el Cuerpo de Mi Santo Hijo que trabaja en ustedes. Pidan por el Espíritu Santo para que ÉL los guíe fuera de la oscuridad y oren a Nosotros, a Mí y a Mi Hijo, a sus santos y a los ángeles, para que todos Nosotros podamos acudir en su ayuda y salvarlos del terror de Satanás.
¡Llámenos y Nosotros iremos! Sean fieles a Nosotros y trabajen todos los días un poco en ustedes. La humildad es el camino hacia el Reino de los Cielos, y serán las almas humildes que, en el Día de Gran Alegría cuando la batalla por las almas haya terminado, junto con Mi Hijo ingresen al Nuevo Mundo, Su Nuevo Reino.
Así que vuelvan a ser hijos de Dios, es decir encuentren a su Creador, vivan con ÉL y de acuerdo con SUS Leyes. Entonces, Mis tan amados hijos, ya no juzgarán a los demás, porque su ignorancia dará paso al amor y sus pensamientos agotadores se volverán alegres y confiados.
Vivan con Nosotros, con el cielo en la tierra, y les sucederán cosas buenas. Porque quien viva con Dios, con sus ayudantes celestiales, vivirá con alegría, incluso ahora ya en este difícil tiempo del fin. Que así sea.
Su Madre en el Cielo quien los ama.
Madre de todos los hijos de Dios.
Gracias, Mi hija. (Jesús está aquí)