171. Sean siempre honestos y defiendan la verdad — 14.06.2013
Mi hija. Mi querida hija. Gracias, Mi hija. Estás trabajando tan diligentemente al servicio de Nosotros y de manera sincera defiendes lo que te decimos.
Es importante, Mis amados hijos, que clarifiquen equívocos [malentendidos] de inmediato. Si no lo hacen, si piensan que «no importará», entonces pueden resultar muchas cosas malas. Un pequeño equívoco puede causar mucho mal. Él, el equívoco, puede tomar proporciones inimaginables y causar un gran daño. Al «pasar por alto» los equívocos, tarde o temprano, personas pueden aparecer como mentirosos, aunque en realidad nunca hayan mentido.
Ellos o alguien que conocen cometieron un equívoco y no lo rectificaron de inmediato, porque no les pareció IMPORTANTE. Esta omisión de aclarar las cosas ahora tiene consecuencias fatales, porque la persona autora del error ahora es considerada inverosímil.
Tengan cuidado, Mis amados hijos, y rectifiquen sus equívocos de inmediato. Si ven que algo no está del todo bien, entonces aclárenlo inmediatamente. Esto es muy importante, para que todo esté en orden y para que después no habrá susurros, no se hable mal o se indique con el dedo a ustedes o alguien que conocen.
No pongan en juego su credibilidad y la de su prójimo. Aclaren los equívocos [malentendidos], incluso si los perciben como «de poca importancia» o creen que «da lo mismo». Nunca sabrán qué avalancha o qué inundación de lo negativo desencadena un pequeñísimo equívoco, una pequeña palabra, la modificación de una narración o reproducción de información.
Siempre sean honestos, manténgase fiel a la palabra y no pongan sus sentimientos [propios] en lo que se ha dicho, porque rápidamente eso lo falsificará y los convertirá a ustedes a ser el gatillo que desencadena la ola negativa, incluso si esto no fue su intención.
Así que, estén alertas, atentos y minuciosos. Transmitan la cosa tal cual como los han recibido. Revelen errores, equívocos y rectifíquenlos. Entonces, Mis amados hijos, no habrá sustento para la calumnia, para comprometimientos y otras maldades que pueden ser causados por equívocos [malentendidos].
Sean honestos y rectifiquen lo que se entendió mal. Entonces, Mis amados hijos, nadie les podrá reprochar algo, y no se hará daño a su corazón ni a su alma.
Así que, sean honestos, aunque hayan hecho algo mal. Admítanlo, clarifíquelo y – si es necesario – discúlpese, ya que se pueden encontrar equívocos y errores en los más variados niveles, formas, tipos y actos.
Sean siempre honestos y defiendan la verdad. Los amo.
Su Madre en el Cielo.
Madre de todos los hijos de Dios.
Gracias, Mi hija. (Jesús está sonriendo y asiente con la cabeza).