345. Profanaciones — 16.11.2013
Mi hija. Mi querida hija. Gracias por venir. Sí, Nosotros estamos muy tristes porque lo que ha sucedido y está sucediendo en muchos lugares es muy doloroso para Nosotros y para ustedes, Mis amados hijos, sin embargo, Nosotros les hemos predicho todo esto.
La gente ha perdido el respeto frente a Nosotros. No Nos aman, no Nos quieren y prefieren destruir todo antes que dejarlo para ustedes, Mis amados hijos que están en la fe.
El vandalismo es un pecado, pero este tipo de vandalismo es al mismo tiempo una profanación a Mí, a sus santos y a Dios Padre, pues vean lo que Nos hacen, cómo Nos «destruyen» y ni siquiera tienen una conciencia mala por aquello.
Mi hija. Yo, tu Jesús, sufro profundamente porque este vandalismo viene del diablo. El utiliza estas almas para perjudicarme a MÍ y por tanto a ustedes.
Mis hijos. Crean siempre que Yo sigo viviendo en su corazón, por mucho que aún Me hagan sufrir. Los amo, Mis almas fieles, y pediré gracias especiales para ustedes a Mi Padre, porque los amo tanto a ustedes los que Me son fieles y comparten Mi dolor.
Mi hija. Cuenta a Nuestros hijos acerca de estas profanaciones, porque Nuestras cabezas han sido cortadas y Nuestros rostros desfigurados.
Mi hija. Mi querida hija. Te amamos. Tu sufrimiento Nos consuela, al igual que el sufrimiento de todos Nuestros hijos fieles que sienten el mismo desconcierto y la misma impotencia que tú. No estás sola. Ninguno de ustedes está jamás solo.
Gracias por sufrir con Nosotros. Ustedes están confortando Nuestros corazones y alivian Nuestro dolor.
Mi hija. Comparte esto con el mundo, porque el diablo está ejerciendo su gamberrismo en medio de ustedes. Ahora miren y reconózcanlo, porque todo esto les ha sido predicho para este tiempo.
Los amo,
Su Jesús con Mi Santísima Madre y los santos que están profundamente molestos y entristecidos. Amén.
Bonaventura tiene lágrimas en los ojos. Todos están implorando al Padre que se detenga y perdone. Están rezando por los que han profanado, para que encuentren el camino correcto. Qué amor que lo perdona y comprende todo.