536. «¡Recen por las almas del purgatorio!» — 26.04.2014
Mi hija. Mi querida hija. Buenos días. Yo, su Santa Madre en el Cielo, estoy aquí para decirte a ti y a Mis hijos lo siguiente:
Su purificación es esencial, Mis amados hijos, de lo contrario cómo se presentarán ante Mi Hijo si no son puros y libres de pecado -lo que consiguen a través del sacramento de la confesión, mediante el arrepentimiento y la penitencia- y llenos de amor en su corazón por Mi Santo Hijo, que es el amor purísimo en Sí mismo, y que ustedes sólo serán capaces de soportar si son puros y su corazón está lleno de amor por ÉL, su Salvador.
Mis hijos.
¡Su purificación es tan importante! Es lo más importante para un «rápido» regreso a casa del Padre, porque el alma que está manchada tendrá que responder por cada «mancha» y debe purificarla en las llamas del purgatorio.
Mis hijos. No se infliján este tormento a sí mismos, porque son llamas ardientes que los purifican, ¡que ustedes pueden EVITAR mediante su purificación durante su vida! ¡Confiésense, hagan penitencia, arrepiéntanse! Utilicen los dones del Cielo para amnistiar los castigos de los pecados, para ustedes y para las pobres almas del purgatorio.
Guarden la última indulgencia para ustedes y regalen todas las demás a esas pobres almas que tarde o temprano encontraron a Jesús, pero que nunca han lavado sus pecados – por las razones que sea. No se confesaron, no consideraron pecados los pecados que habían cometido; hay muchas razones. Sin embargo, el Padre las encontró «dignas» de que un día se les permitiera presentarse ante Su rostro -después de una profunda purificación- porque -por último- antes de su «fallecimiento» reconocieron y consintieron y dieron a Jesús su SÍ, y ahora que se arrepentieron a tiempo -es decir, mientras aún vivían- pero no les quedó tiempo para su purificación en vida, el Padre las envió al purgatorio para obtener allí lo que no lograron hacer en vida.
Mis hijos. El purgatorio es un lugar de purificación para las almas que murieron en gracia de Dios, pero sin purificarse. No es en absoluto deseable, porque las llamas de Dios «queman» allí y el alma está sumergida en estas llamas. Por eso, ¡purifíquense durante su vida y recen y supliquen por las pobres almas del purgatorio! Ya les hemos dado una oración por estas pobres almas. Récenla, ¡pues alivia muchos sufrimientos y tormentos!
Mis hijos.
¡Aléjense del pecado! Confiesen también sus pecados INCONSCIENTES, pues así pueden ser perdonados, y obtengan indulgencias para el castigo del pecado, ¡para que así se librarán del purgatorio!
Los amo, Mi tan amado rebaño de hijos, y visito regularmente a las almas del purgatorio, ¡que tanto esperan sus oraciones! ¡Cada alma por la que ustedes rezan, reza también por ustedes! Ella no puede hacer nada por sí misma allí, en este lugar de las llamas purificadoras de Dios, ¡pero sí puede por los hijos de la tierra que son ustedes!
Recen, Mis hijos, recen. Yo les llevo cada oración y así les traigo alivio.
Mis hijos.
Por cada indulgencia que regalan, se me permite redimir un alma del purgatorio, con tal de que la den (la indulgencia) a donde más se necesita, o por el libre uso a Mí, a su Madre en el Cielo que tanto los ama.
Mis hijos. En nombre de las almas del purgatorio, les doy las gracias por su oración, que tanto las consuela y les da alivio. Sigan rezando, Mis tan amados hijos. Su recompensa será grande.
Los amo y estoy siempre a su lado.
Su Madre en el Cielo que tanto los ama.
Madre de todos los hijos de Dios y Madre de la Salvación. Amén.
Jesús: «Mi madre habla la palabra verdadera. Le fue dada por el Padre. Amén.»
Madre de Dios: «Recen por las almas del purgatorio. Amén.»